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jueves, 8 de octubre de 2009

FIESTA EN LA CASA DE SIMON EL LEPROSO (Mateo 26:6-13; Marcos 14:3-9; Juan 12:2-8).

El siguiente relato nos da una serie de lecciones enseñadas principalmente por medio de contrastes.
Jesús fue de visita a Betania, a la casa de Simón el leproso. La ley de Moisés era muy clara con respecto a los leprosos y su asociación con otras personas (Levítico 13:45,46). Por eso podemos deducir que Simón era un ex leproso que posiblemente habìa sido sanado por Jesús. Allí le hacía una fiesta en su honor, lo cual era costumbre de los judìos para personas especiales. Marta la hermana de Lázaro era la que servia a los invitados (Evidentemente ese era su don). Tambièn Lázaro estaba sentado a la mesa con Jesús y los demàs invitados. Mientras comían, María la hermana de Marta y Lázaro hizo una demostración de profundo amor hacia Jesús, al llevar un perfume de nardo puro muy costoso y quebrar el frasco y derramarlo sobre la cabeza de Jesús y sobre sus pies, y luego lo secó con sus cabellos. Toda la casa se llenó del olor y al ver esto Judas Iscariotes protestó alegando que ese perfume pudo haberse vendido y dado a los pobres. Judas obraba con mala fe, pues èl era el tesorero del grupo, y pensó que con este perfume pudo haber sacado un buen porcentaje de ganancias. Fue precisamente esa manera avariciosa lo que lo llevó a entregar a Jesús por 30 piezas de plata. Jesús dice que no deben estorbar a María porque ella lo estaba ungiendo para su sepultura.

Ahora bien, una cosa que vale la pena destacar. De la observación de Judas podemos ver que Jesús tenìa la costumbre de ayudar materialmente a los pobres de su tesorería (Lucas 8:1-3), aunque reconocía que eso no exterminaría la pobreza de la tierra (Juan 12:8).

Es interesante notar el marcado contraste entre la personalidad de Judas Iscariotes y María la hermana de Lázaro. Judas es la representación del egoísmo, mientras que Marìa representa el desprendimiento. Marìa tuvo discernimiento del momento que se vivía, al darse cuenta que a Jesús le quedaba poco tiempo de vida, mientras que Judas mostró una falta de tacto casi increíble en un hombre que se habìa pasado los últimos años de su vida al lado del maestro. Estos dos personajes nos brindan la oportunidad de ver como la fe y la incredulidad se van desarrollando. Marìa se habìa transformado de una mujer tímida que se sentaba a los pies de Jesús, en una devota seguidora del maestro, dispuesta a hacer grandes sacrificios por èl- La resurrección de su hermano Lázaro habìa provocado que su fe y su agradecimiento llegaran a su máxima expresión.

Por otra parte, la curiosidad inicial de Judas se fue transformando en incredulidad activa, al darse cuenta que Jesús no era la clase de Mesías que èl esperaba, con el cual sus esperanzas de un Israel libre serían realidad, y además èl personalmente podría ocupar algún lugar de honor dentro del reinado del Cristo. Este estado de expectativas equivocadas de Judas se vio desmoronado cuando Jesús dijo que Marìa lo ungía para su sepultura. Posiblemente su razonamiento era que si Jesús no iba a establecer un reino, sino que iba a morir, entonces èl estaba en la situación no ganar nada y perderlo todo. Fue tal vez por esto que su fe se desmoronó repentinamente, al punto de convertirse en una incredulidad degenerativa que termino por vender a Jesús por 30 piezas de plata. Quizás pensó que era mejor ganar algo a perderlo todo.

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