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martes, 10 de noviembre de 2009

EL COMPORTAMIENTO DEL CRISTIANO (2 DE 2)

III-NUESTRO COMPORTAMIENTO ESTA DETERMINADO POR EL CONOCIMIENTO DE PARA QUE HEMOS SIDO CREADOS.


1- Colosenses 1:15,16 “El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; Sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; TODO FUE CREADO POR MEDIO DE ÉL Y PARA ÉL”. Jesucristo es el origen Y LA RAZON DE SER DE TODO LO CREADO, incluyéndonos a nosotros mismos. Existimos POR ÉL Y PARA ÉL. Nos creó pensando en que seamos “Para alabanza de su gloria” (Efesios 1:12). Todo ser humano que se ocupa en glorificar a Dios en su vida, está cumpliendo el propósito para el cual fue creado.
2- Antes de hacer cualquier cosa en nuestra vida debemos preguntarnos ¿Lo que voy a hacer trae gloria a Dios?. No olvidemos que la razón de ser de nuestra existencia en que le traigamos gloria. “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1Corintios 10:31). “Pues si vivimos, para el Señor vivimos…” (Romanos 14:8).
3- Hay cosas, como por ejemplo, que una esposa no cumpla con sus deberes, que traen blasfemia para Dios (Tito 2:5). Lo que David hizo con Betsabé provocó que los enemigos de Dios blasfemaran su nombre (2 Samuel 12:14). Igualmente tener conocimiento de las leyes de Dios e infringirlas provoca deshonra para Dios (Romanos 2:23,24).
4- Sin embargo, Cuando llevamos mucho fruto, glorificamos a Dios (Juan 15:8; Colosense 1:10). Frutos del Espíritu Santo (Gálatas 5:22-24), frutos de almas rescatadas de las tinieblas (Colosenses 1:3-6).
5- Cuando nos ocupamos en hacer buenas obras glorificamos a nuestro padre celestial (Mateo 5:14-16).
6- Cuando cuidamos el cuerpo; que es templo del Espíritu Santo, huyendo de contaminarlo con fornicaciones e idolatrías, glorificamos a nuestro Padre. Cuando evitamos someterlo a tensiones nerviosas innecesarias, cuando le damos el debido descanso, cuando lo alimentamos adecuadamente, cuando nos abstenemos de cosas que le hacen daño, cuando lo higienizamos y vestimos adecuadamente, traemos gloria para Dios (1Corintios 6:18-20).


III- NUESTO COMPORTAMIENTO ESTA DETERMINADO POR EL GRADO DE MADUREZ QUE TENGAMOS.

1- Dios nos ha hecho lo que somos para que anunciemos sus virtudes (1Pedro 2:9) y demos a conocer su multiforme sabiduría (Efesios 3:10). Esta es una tarea que implica una enorme responsabilidad. El mundo espera ver en nosotros una actitud amorosa (Juan 13:34,35). Un comportamiento educado y gentil (Filipenses 4:5). Un espíritu de sacrificio y renuncia de cosas secundarias en pro de las realmente importantes (Romanos 14:14-19). Ningún cristiano maduro piensa solo es sí mismo al momento de obrar, sino que considera las cosas que contribuyen a la paz y a la mutua edificación.
2- La otra pregunta imprescindible que debemos hacernos antes de emprender cualquier cosa es: ¿Lo que voy a hacer edifica a los que me ven? ¿No le es piedra de tropiezo a nadie?. Yo satisfecho y el mundo pago, no debe ser la filosofía del cristiano. No es posible agradar a todo el mundo, especialmente en asuntos de opinión, pero debemos evitar aquellas cosas que escandalicen a los demás, por el bien de la obra.
3- Una mujer casada con un hombre impío puede ayudarlo a salvarse por su buen comportamiento (1Pedro 3:1,2) y viceversa (1Corintios 7:16). Este comportamiento incluye un atavío correcto. No basado en los externo (Peinados ostentosos, adornos caros o vestidos lujosos), sino basado en lo interno, en virtudes que gobiernen toda nuestra forma de ser (Un espíritu afable y apacible). Cuando somos de espíritu rebelde o amargado no vamos a ganarnos a nadie para Cristo. Debemos rogar al Señor que nos de un espíritu manso, domado por él.
4- El atavío es algo muy importante, porque es nuestra carta de presentación. Lo que elegimos para ponernos por fuera dice mucho de las virtudes que llevamos por dentro. Un cristiano no debe andar sucio, arrugado o descuidado. Si su trabajo le impone condiciones difíciles, que sea solo en su trabajo, pero no en todas partes. 1Timoteo 2:9,10 dice que las virtudes que debe gobernar la forma de vestir de las cristianos (Y los varones también) son: El decoro, el pudor y la modestia. Decoro significa respeto, honestidad, recato. Vestirse decorosamente implica cubrir todas aquellas partes de nuestro cuerpo que no están para ser exhibidas. De modo que ropas que marquen el cuerpo, camisas o blusas transparentes, escotes pronunciados, minifaldas o prendas parecidas no llenan este requisito. También debe vestirse con pudor, que significa vergüenza, reserva, castidad, recato. Debe sentir vergüenza cualquier cristiano que note que es objeto de la atención de los demás porque su manera de vestir no es reservada, sino atrevida. Finalmente, dice que debe ser modesta, que significa falta de ostentación y lujo, decencia y moderación. De manera que prendas que sepamos de antemano que serán llamativas al punto de distraer la atención de los demás tanto que no se fijen en nuestro buen comportamiento, son cosas que debemos evitar. La modestia nos obliga a elegir cosas para no llamar la atención ni destacarnos por la marca que usamos o lo exagerado del color o la forma.
5- Nuestra madures debe guiar nuestros gestos y formas de hablar. Debemos cuidarnos que no sean como las maneras pecaminosas del mundo. La gente mundana usa muchos gestos para insultar y ser grosero. El cristiano los evita. Cada palabra que pronunciamos debe estar sazonada con sal para edificar a los que nos escuchan (Colosenses 4:6). Nuestras maneras deben ser corteses y amigables (1Pedro 3:8). Donde vayamos practiquemos los buenos modales y la cortesía. Saludemos con afecto, demos las gracias por cada favor recibido y pidamos perdón sinceramente cuando nos equivoquemos. No olvidemos que la gente del mundo se fija hasta en que pasemos frente a ellos y no saludemos.

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