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lunes, 22 de abril de 2013

LAS OBRAS DE LA CARNE (GÁLATAS 5:19-21) -1 DE 2-


    "Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, disolución,  Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,  Envidias, homicidios, borracheras, banqueteos, y cosas semejantes á éstas: de las cuales os denuncio, como ya os he anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios"

       BUSCANDO EL ORIGEN DEL PROBLEMA

    Dios crea al hombre recto, sin pecado. Cuando un niño nace no tiene pecado (Eclesiastés 7:29).
       Pecar es una elección que hacemos en nuestro libre albedrío. “Todo aquel que comete pecado infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3:4)
       Santiago 4:17 dice: “Y al que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado”.
       Vea que es algo que usted hace o deja de hacer y no algo que hereda (Ezequiel 38:4)

NO SE NACE CON  PECADO. EL PROBLEMA COMIENZA EN LA JUVENTUD.

      Es en la juventud, cuando aprendemos la diferencia entre el bien y el mal que pecamos. Génesis 8:21 dice: “…porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud”.
       Dios nos crea con deseos sanos, como el hambre la sed y los deseos sexuales.
      Sin embargo, en nuestra juventud abrigamos malos deseos creados por nosotros mismos,  que la Biblia llama concupiscencias, pasiones desordenadas y apetitos carnales. (Romanos 12:13,14; 1 Pedro 2:11).

       ¿QUÉ ES PUES LA CARNE?

     Cuando cultivamos y atesoramos estos apetitos, fabricamos un monstruo dentro de nosotros mismo que la Biblia llama CARNE. Al estimular o proveer para estos deseos, alimentamos el monstruo hasta que llega dominarnos.
       Este monstruo cooperan con Satanás, le ayudan. Le dan un arma que usar contra nosotros mismos.
       Es por esto que la carne la vamos a definir de ahora en adelante como EL ENEMIGO DENTRO DE NUESTRAS PUERTAS. EL ALIADO DE SATANÁS (WP).

       ¿POR QUE ESTAMOS COMO ESTAMOS?

       La condición de nuestro corazón se debe a lo que nosotros mismos hemos hecho desde nuestra juventud.
       Quien a provisto para la carne le ha abierto la puerta a Satanás de su vida para que lo controle. Pecar nos debilita y altera la naturaleza recta con la que Dios nos creó.
      El que ha vivido pecando se encuentra prisionero de vicios, deleites, placeres y toda otra forma de pecado. Jesús dijo que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado (Juan 8:34)

DEFINIENDO LOS FRUTOS DE LA CARNE (IDEAS TOMADAS DE WP)

       ADULTERIO.-

       Relación sexual de una persona casada con otra que no es su cónyuge.
       Jesucristo lleva la definición a otro nivel al decir,: “Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28).
       El adulterio como los otros pecados comienza en el corazón.

       FORNICACIÓN.-

    Abarca todo acto sexual ilícito (incluye la homosexualidad e incesto, 1 Corintios 5:1, El adulterio (Mateo 19:6-9).
       Los que practican la fornicación no actúan como personas, sino simplemente usan sus cuerpos como cosas, como instrumentos de pasión. Hay muchísimo negocio en la fornicación, como la pornografía y la prostitución. Aun niños son involucrados en esto.

    Inmundicia es toda indecencia, suciedad de pensamientos, de deseos, de conducta, de palabras (por ejemplo, chistes sucios). Todo aquello que es censurable y produce disgusto y repugnancia.

       La lascivia la definen dos palabras:

        A. libertinaje, que significa ausencia de restricción, conducta desenfrenada. (…Se entregaron a la lascivia, Ef. 4:19)
        B. Sin Avergonzarse. El lascivo se gloria de aquello que debería darle vergüenza (Jeremías 6:15). Esto incluye ropa indecorosa, bailes indecentes, borracheras.

       La idolatría es la adoración de ídolos (Isaías 44:9-20).
       La avaricia es idolatría (Colosenses 3:5).      Aquello que más amamos es nuestro ídolo.

       La hechicería es la prostitución de las drogas.

       Originalmente esta palabra se refería simplemente al uso de drogas como medicina, pero con el uso medicinal se practicaban encantaciones para proteger al paciente de los poderes de demonios (y para impresionarles con los recursos y poderes del encantador).

        "Enemistades", riñas, disputas, querellas, Efes. 2:14,16.

       "Pleitos", el resultado y la expresión de las enemistades.

       "celos" significa "inquietud de la persona que teme que aquella a quien ama dé la referencia a otra".

       "Envidia" significa según Larousse, "disgusto o pesar del bien ajeno... (Sinónimos, rivalidad, aborrecimiento, celos). Los tales se amargan cuando ven que a otros les va bien.

       Iras, explosiones de enojo, cólera, furia. Indican falta de amor, falta de paciencia, de dominio propio.
      Las contiendas son expresiones del egoísmo, de la ambición vana, de rivalidades y del espíritu de división y sectarismo.
       Homicidio es el acto en que se provoca la muerte de otra persona. "Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él" (1 Juan 3:15). Así es que si alguno  tiene el corazón lleno de celos, envidia y enojo, es muy posible que ya sea homicida.

       ALGUNAS CONSECUENCIAS DE LAS OBRAS DE LA CARNE

       Una personal generalmente se habitúa a pecar desde su juventud.
     Un hábito es un acto que hemos repetido muchas veces y que se incorpora de forma automática a nuestra conducta negándose a salir fácilmente. Si el hábito es malo se le llama VICIO, otra naturaleza (Pervertida) dentro de nosotros.




miércoles, 3 de abril de 2013

JESÚS AFIRMA SU ROSTRO PARA IR A JERUSALÉN (Lucas 9:51-56; Juan 7:10).


“Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén.”. Con estas palabras se nos indica que va a ser de la vida de Jesús de ahora en adelante. Él está viviendo los días finales de su vida y dentro de poco la oposición a su ministerio irá creciendo hasta llevarlo finalmente a la muerte, donde cumpliría con la misión para la cual vino al mundo.
Él había estado poniendo los cimientos necesarios para ésta hora final. Había dado instrucciones sobre las características de su reino y la clase de vida a los cuales llama a los hombres. Había efectuado las obras suficientes que probaban que era el Mesías. Había elegido un grupo de discípulos para que continuaran su labor más allá de la muerte, y pronto los mandaría a predicar a los pueblos y aldeas para asegurar que todos escucharan el mensaje nuevo que Dios envió a su pueblo. Ahora, cumplido el tiempo, afirma su rostro para ir a Jerusalén, que es la capital y  centro de la vida  de Israel, donde se concentraba  el poder religioso de la nación, por estar allí el templo, el sanedrín y los principales lideres de los fariseos, saduceos y escribas.  También es el  lugar donde llegaban miles de judíos cada año de todas las naciones para participar de las principales fiestas. Desde allí harìa un llamado final a su nación.

Salieron pues para Jerusalén sabiendo que era un viaje peligroso, y para tener alojamiento seguro por el camino, envió antes algunos mensajeros para encontrar en Samaria lugar donde quedarse, pero él sabía que sería difícil encontrar hospitalidad en los Samaritanos, quienes desde algún tiempo después de la deportación habían entrado en enemistad con los judíos. En primer lugar porque Samaria estaba habitada principalmente por colonos que el rey de Asiria envió a ocupar esas tierras después de la deportación y cautividad  de los Samaritanos (2 Reyes 17:5, 6, 16, 18, 23, 24, 29,41). En segundo lugar, estos incircuncisos trataron de hacer una alianza con los cautivos que regresaron de Babilonia, para ayudarlos en la reconstrucción del destruido templo de Salomón, pero los judíos ( que no se mezclaban con extranjeros) se lo impidieron, lo cual provocó resentimiento una posterior conspiración para detener la construcción de la obra (Esdras 4:1-5, 24). En tercer lugar, los Samaritanos tenían sus propios lugares de adoración sobre el monte Gerizim, lo cual afianzaba aún más las diferencias con los judíos que adoraban en Jerusalén (Juan 4:20). Es a esta ciudad que Jesús envía por alojamiento, el cual no encuentra. Juan y Jacobo enojados dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos que baje fuego del cielo para acaban con ellos, como hizo el profeta Elías?” V.54  El profeta Elías en la conocida confrontación con los profetas de Baal, hizo descender fuego del cielo (1Reyes 18:20-40). Ahora Juan y Jacobo desean hacer los mismo, pero Jesucristo  reprende su sed de  venganza diciendo: “Ustedes no saben de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.”. Sus discípulos no entendían cual era la verdadera misión de Cristo y que el espíritu del cristianismo es de buenas noticias de amor y perdón y no de venganzas. Dichas estas palabras fueron a otra aldea donde al parecer fueron recibidos. Es decir, que si una aldea de los Samaritanos rechazaba a Cristo, Cristo no rechazaba a los Samaritanos.

Con la decisión del maestro de ir a Jerusalén, comienza la parte de su ministerio que algunos llaman: "Ministerio tardío en Judea". Estudiosos de la Biblia concuerdan en que este período de la vida de Cristo es el más difícil de trazar en orden cronológico. Solo Lucas y Juan nos dicen de sus últimos esfuerzos en Judea. El libro de Lucas desde el capítulo 10 hasta el 18 contiene una amplia información sobre esta sección que no se encuentra registrada por los demás evangelistas y se le ha llamado  “El documento de viaje”.
Durante los meses de Octubre del 29 D.C.  Hasta Abril del 30 D.C. Jesús entro y salió de Jerusalén varias ocasiones. En la fiesta de los Tabernáculos (Juan 7:11), en la fiesta de la dedicación (Juan 10:22-39), en Perea (Juan 10:40-42), en la resurrección de Lázaro (Juan 11:35-44). Lucas también le recuerda a sus lectores con frecuencia que Jesús está viajando hacia Jerusalén (Véase 9:51; 13:22; 17:11; 19:28). Y no es sino hasta el capítulo 19 versículo 41 que Jesús llega realmente a Jerusalén, pero es ese destino final el que gobierna este período de su vida y que está siempre delante de él.

Durante este tiempo, con mucha más fuerza que antes, los judíos buscaban matarlo. Ya no había debate entre ellos en cuanto a lo deberían hacer con él, pues se había logrado un consenso de que lo mejor era destruirlo. De aquí en adelante lo que se buscaba era una buena ocasión para prenderlo sin hacer alboroto en el pueblo, y sus continuos debates durante este período, así como sus frecuentes visitas a Jerusalén, dieron el motivo y la ocasión que tanto habían esperado.