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sábado, 19 de noviembre de 2016

Encuentro con la mujer samaritana y con otros samaritanos (Juan 4: 5-42)



Una frase extraña introduce este episodio: “Y le era necesario pasar por Samaria”. La frase “Le era necesario”, indica una necesidad lógica en vez de una obligación personal. La palabra surgiere que su razón no era la necesidad geográfica, pues pudo haber tomado otro camino para llegar a Galilea, ni la presión social, sino la compulsión de la voluntad divina que busco a la oveja o las ovejas perdidas de Samaria. “Le era necesario” hace que estos hechos tengan un significado especial  y no circunstancial.
El lugar del encuentro fue la ciudad de Sicar, específicamente el pozo de de Jacob, cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José (Génesis 33: 18, 19; 48: 21, 22), que se encuentra  como a una milla de la aldea.

La hora sexta era la doce del mediodía, y era lógico que Jesús se sentara a descansar, pues estaría cansado después del viaje de la mañana, y estaría listo para la comida que los discípulos habían ido a comprar.

Aunque el medio día no era la hora común para que las mujeres visitaran el pozo, la presencia de la mujer samaritana puede explicarse aceptablemente si se considera que tenía mala reputación en el pueblo, y prefería venir sola a acarrear agua en horas que no habría nadie allí.

El pozo era hondo y solo se podía sacar agua con una cubeta y una soga larga. Jesús no tenía estas cosas, pero si tenía sed, así que le pidió agua.

Esta actitud de el le sorprendió, pues por ser mujer y por ser samaritana, no esperaba este trato amistoso que Jesús le  brindaba.  

La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo es que tu siendo judío me pides a mi dame de beber, siendo yo mujer samaritana, porque judíos y samaritanos, no tienen trato entre si (La razón por la cual los  judíos y los samaritanos no tienen trato entre si se debe a que cuando los judíos volvieron del exilio de Babilonia, trataron de reconstruir el templo que salomón había edificado, y los samaritanos trataron de ayudarle; pero los judíos se opusieron, entonces los samaritanos en venganza, llevaron chismes antes el rey Ciro y paralizaron por un tiempo la reconstrucción del templo (Esdras 4).

Para los judíos, los samaritanos no eran parte del pueblo de Dios. Así lo expresa el señor Jesucristo en Mateo 10: 5.

Jesucristo le responde una forma que despierta su curiosidad: Si tu conocieras el don de Dios y quien es el que te dice dame de beber, tu le hubieras pedido a el, y el le hubiera dado agua de vida. La insinuación de que el sabia algo que ellos no, era suficiente para cambiar su actitud, de una hostil, a una de interés de indagación.

Cuando Jesús les habla de que el tiene habla viva para darle a ella, ella entendió que el se refería a un agua de manantial, porque ese era el termino que los judíos utilizaban para referirse a agua fresca, viva.

La samaritana responde, nuestro antepasado nos dejo este pozo, del cual el mismo bebía, sus hijos y sus animales, ¿Acaso eres tu mas que el?. La pregunta implica, que si Jesús iba a darles agua que no era del pozo, tendría que ser mas que Jacob, pero ella no lo creía así.

El que beba de esta agua -- Respondió Jesús – volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré, tendrá sed jamás. Su repuesta dame de esa agua para que no tenga que venir aquí a buscarla, indica que ella estaba entendiendo de una forma materialista.

Pensó que con esa agua no tendría que viajar dos kilómetros diarios  a buscar el líquido. Jesucristo le pide que traiga a su marido, pero ella, le respondió que no tiene, a lo cual el le respondió “Bien has dicho, porque cinco has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido”.

Con esta declaración profética Jesús le demostró que el era el Mesías, que es capaz de reconocer los secretos de los seres humanos.

La mujer inmediatamente reconoce que Cristo es profeta, y al ver su moral al desnudo, desvía la conversación hacia un tema que por siglos había inquietado a los samaritanos, este tema es: EL LUGAR DE ADORACIÓN QUE DIOS ACEPTA.

“Nuestros padres adoraron en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalén esta el lugar donde se debe adorar” Verso 20. la mujer samaritana hacia referencia al monte Gerisim, que fue el monte que Dios escogió como lugar para pronunciar las bendiciones al pueblo. (Deuteronomio 11: 29, 30; 27: 11-26). Este fue el mismo monte donde Josué llevo al pueblo después de introducirlos en la tierra prometida (Josué 8: 33).

Jesús le hace saber que la cuestión de la adoración no es de donde, sino de cómo. Es decir el lugar no es lo que importa sino la actitud del corazón.

 La mujer aprovechó el descuido, dejó su cántaro y dijo a los que estaban en la ciudad, que habían encontrado un hombre que le había declarado su vida, y decía: ¿no será este el Cristo? Las personas con las que ella habló salieron el pozo de Jacob para comprobar quien era este hombre.

Sus discípulos le decían que comiera pero él alegaba que tenía  una comida que comer ellos pensaron que alguien le había traído comida, pero Jesús le aclaró diciendo: “Mi comida es hacer voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra”.

Con esas palabras Jesús deja  claro que su mayor pasión, aun por encima del apetito de comer, es hacer la voluntad de su padre, que era su prioridad.

“No decís vosotros, dice el señor todavía faltan cuatro meses y después viene la ciega. He aquí yo os digo: Alzad vuestros ojos y ved los campos que ya están blancos para la ciega, verso 35”

Al decir faltan cuatro meses para la ciega, es posible que el señor este haciendo referencia a la cosecha de trigo y cebada que normalmente se producían entre los meses de abril y mayo. Si faltaban cuatro meses para esa cosecha, entonces este encuentro se produjo a finales de enero o principios de Febrero.

Sin embargo Jesús está diciendo que ya la cosecha espiritual esta lista para ser recogida, se estaba refiriendo a los Samaritanos que venían en camino con el corazón dispuesto para aceptar la palabra.
Jesús le dice a sus discípulos: “Yo los he enviado a ustedes a  recoger donde otros sembraron, otros hicieron el trabajo y a ustedes les toca recoger los frutos” Vs. 38.

Los que sembraron fueron profetas, especialmente Juan el bautista, y los que los discípulos cosecharon a partir del día de pentecostés., fueron las almas de esas personas que por la predicación de otros siervos de Dios Tenían en ese momento un corazón dispuesto para aceptar la palabra.

Finalmente los samaritanos llegan a Cristo y les piden que se quede con ellos dos días, Jesús accede, y este tiempo fue suficiente para que muchos  creyeran en el.

La fe de los samaritanos es digna de imitación, es el tipo de reacción que sigue a una investigación personal sobre la vida de Jesús. El testimonio de la mujer mas lo que ellos mismos pudieron comprobar trajo la convicción de que él era el salvador del mundo.

“Ahora creemos:-le dijeron a la mujer- no por lo que tu has dicho, sino porque nosotros mismos le hemos oído y sabemos que éste es en verdad el salvador del mundo” vs. 42